Recuerdo que, cuando era chico, solíamos pasear en familia casi todos los fines de semana. Éramos afortunados, sin dudas.

Muchas veces el destino era Punilla, otras Los Gigantes, y algunas, las menos, el Valle de Calamuchita.

Allí visitábamos, entre otros lugares que nos fascinaban, las obras hidráulicas sobre el río Ctalamochita. Las conocíamos casi de memoria. Embalse de Río Tercero, Segunda Usina, Tercera Usina.

Cada una con sus murallones, vertederos, compuertas, centrales hidroeléctricas. Una muestra de la particular arquitectura técnica desarrollada para intentar controlar la forma del agua. Sobre esa cuenca, a diferencia de otras que alimentan la provincia, se hicieron nuevas obras desde entonces. Grandes obras. Como la central nuclear de Embalse, o el Complejo Río Grande, del cual hablaremos en otra oportunidad. Es una maravilla tecnológica que merece un comentario por sí misma.

Pero donde el Ctalamochita deja las sierras y va buscando la llanura, se agregó en 1972 un último embalse: Piedras Moras. Último por su posición, no por su año de finalización. Baña los márgenes de la ciudad de Almafuerte. En realidad, al ser llenado, el lago inundó las zonas bajas de la ciudad que incluían al menos un barrio, con la vieja estancia del fundador del pueblo en su seno. 

Además, la cola del lago inundó la antigua usina de Las Cascadas, que aprovechaba un salto natural del río para generar energía. Esa Casa de Piedra apenas emerge de la superficie cuando el lago está lleno; en época de bajante, muestra casi toda su estructura. Esa zona se transformó con el tiempo en una meca para el buceo deportivo, entre otras cosas por esos restos semi-hundidos, y por la transparencia del agua.

Piedras Moras genera energía con una única turbina emplazada en la usina de EPEC que se encuentra al pie mismo del paredón del dique. “Paredón” es una forma de decir, porque está formado por piedras y materiales sueltos. Más parece una montaña de rocas amontonadas que una gran pared. Por ser el último embalse sobre el curso del Río Tercero, resulta estratégico. Cuando del vertedero de Piedras Moras escapa agua en demasía, el río crece y eventualmente las zonas bajas de las ciudades erigidas a su vera lo sufren. Lo saben bien los habitantes de Villa María/Villa Nueva y Bell Ville. 

Con nuevos diques, urbanización y emprendimientos turísticos, la zona cambió muchos desde aquellos paseos familiares de mis domingos de infancia. Lo que no ha cambiado es el protagonismo del agua. Las aguas que salen por este río, el más caudaloso de Córdoba, finalmente desembocan en el Paraná. En Piedras Moras podemos disfrutar de aguas tranquilas y contenidas, y del reflejo en su superficie de las sierras cercanas. Una última mirada, quizás un postrer chapuzón, antes de salir hacia la inmensidad de la llanura.

Para conocer más sobre el dique de Piedras Moras, visitá el sitio de Turismo Ciencia de la UNC