Pablo y Karen viven en Río Tercero. Hace 20 años se conocieron y hace cinco decidieron comenzar una nueva historia de amor. Entre los proyectos conjuntos, siempre estuvo la idea de tener un hijo en común.

Ella, de 45 años, ya tenía 3 hijos y Pablo, de 62, una. Las trabas de la edad, la idea de una inseminación, y otras reflexiones, los llevaron a aceptar que para tener hijos en común no era necesario parir y, por eso, eligieron recurrir a la adopción.

Viktoriia, la nena, llegó en septiembre de 2017. Por ese entonces tenía siete años y la conocieron tras un arduo camino entre Argentina y Ucrania. El sistema de nuestro país es largo y complicado, por lo que la pareja decidió adoptar en el exterior.

"Nueve meses estuvimos en total para terminar de armar la carpeta que presentamos para traer a Vika. Casi tres meses tuvimos que estar parados en Ucrania para poder traerla a casa", recordó Pablo en diálogo con La Nación.

Karen y Pablo sabían que otras personas de la ciudad de Río Tercero habían recorrido el mismo camino. Por esto, se vieron rodeados de consejos y recomendaciones que les facilitó la cuestión.Sin embargo, admiten, la llegada de cada uno fue diferente y especial.

Dos años después de la llegada de Vika, la pareja consideró la posibilidad de agrandar la familia. Así llegó Fedrico, de 12 años, quien vivía en un orfanato de Guinea Bissau, África. laa razón por la que estaba en la lista de adopción conmovió a la pareja: "No tienen para comer, no tienen para tomar. A esos niños los entregan sus padres con dolor, para que no mueran".

La familia cordobesa había recibido la información sobre una nena y, tras una carta de intención para la adopción, le habían dado el visto bueno para proceder. En esa ocasión, solo viajó Karen y cuando llegó las cosas cambiaron: conoció a Fedrico.

De esta manera, el 28 de noviembre de este año, el aeropuerto de Córdoba recibió por primera vez a Frey para darle la oportunidad de comenzar una vida desde cero. La pareja lo recibió feliz y así viven el día de hoy: contentos, con aprendizajes y experiencias.

"No esperábamos todo lo que nos brindaron en Río Tercero, desde la escuela hasta los compañeritos, los padres. La calidez humana que existe. El argentino tiene defectos, pero somos un pueblo de buena gente", expresaron Pablo y Karen.

Fuente: La Nación