Suena el móvil. Aparece una alerta: “Estuviste en contacto con alguien positivo para coronavirus, pedí las pruebas y quedate en tu casa hasta saber el resultado”. ¿Circularán en nuestros celulares mensajes de este tipo? 
Los países europeos ya definieron que una herramienta de este tipo, será importante para controlar la epidemia una vez que se concluyan los aislamientos.

Este se anunció un proyecto europeo originado en Alemania llamado PEPP (siglas en inglés de Rastreo Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad). “Apostamos por una app única europea. Solo logrando la interoperabilidad entre países podrá garantizarse una trazabilidad que asegure el intercambio de datos anónimos en la lucha contra la Covid-19”, dijo su responsable, la española Carme Artigas.

El funcionamiento, a grandes rasgos, es el siguiente: cuando una persona sabe que se ha infectado lo notifica en una app que, mediante Bluetooth, ha estado activa archivando todos los móviles con los que la persona ha tenido un contacto estrecho, como haber mantenido una distancia inferior a dos metros durante al menos cinco o 10 minutos (no está claro cuáles serían los parámetros exactos). A todos ellos le saltaría la alarma para avisarle de que se hagan las pruebas. A partir de aquí, faltan por concretar muchos detalles, que dependerán tanto de la solución tecnológica que se use como de hasta qué punto los Gobiernos decidan hacer obligatorio el uso y el reporte a estas aplicaciones.

Apple y Google ya se han puesto a trabajar juntos en una colaboración inédita para facilitar este protocolo global. La idea es que cada país elija una app, la ponga a disposición de los gigantes tecnológicos, que en occidente dominan el mercado, para que una actualización del sistema operativo la instale. Se supone, siempre con permiso del usuario, pero sin necesidad de proactividad: el usuario no tendría que ir a buscarla. 

La mirada está puesta en los países asiáticos, sobre todo en Singapur, que es la que ha desarrollado el modelo más parecido al que se estudia implantar en Europa. Helena Legido-Quigley investigadora, entre otras, de la Universidad Nacional de Singapur, explica que estas soluciones pueden ser muy útiles: “Se trata de automatizar lo que este país ya había hecho con mucho éxito al principio de la epidemia de forma manual: trazar los contactos. Pero dependerá mucho de la voluntariedad y la cooperación de los ciudadanos. 
En China, han funcionado soluciones similares, pero en este caso, el rastreo seguía la localización física del celular y la notificación del contacto no la consiente ni dispara el contagiado si no el propio sistema sanitario.

Este tipo de rastreo no es una solución mágica ni está claro que funcione. Pero en las últimas semanas se ha visto crecientemente como la única gran alternativa tecnológica. Si las  compañías que controlan la mayoría de móviles del mundo la introducen sabremos que se usará ahora para combatir la pandemia, pero no si más adelante le encuentran otros usos menos constructivos. Apple y Google insisten en que lo desmantelarán una vez pase la pandemia. La idea abre todo tipo de debates éticos y legales.

Está claro que estas aplicaciones pueden ser una solución tremendamente invasiva, en derechos fundamentales, en intimidad y en privacidad. Manejarán una información muy sensible y no hay un sistema 100% seguro. 
Esta noción confronta con la perspectiva de generalizar los test de inmunidad (los ensayos que permiten conocer si una persona ya tiene anticuerpos contra la enfermedad) y proveer credenciales de circulación. Allí, la objeción es que se trataría de una solución claramente discriminatoria.

Otro problema es el de la calibración y ajuste: alcanza con imaginarse las complicaciones si las aplicaciones comienzan a enviar  falos alertas. También hay que tener en cuenta que hay gente que puede querer engañar al sistema para provocar fallos.
En Argentina aún no se ha hecho pública ninguna iniciativa en ese sentido, pero los europeos avanzan.
En Alemania hace semanas que políticos y científicos hablan de una app de este tipo, como instrumento clave en la fase posterior a la del aislamiento. La idea es que se ponga en marcha en las próximas semanas, pero en cualquier caso, deberá ser de uso voluntario por parte de los ciudadanos, para cumplir así con las leyes de protección de datos. 
La aplicación en la que trabaja Francia se llama StopCovid. Tal como aseguró el lunes el presidente, Emmanuel Macron, su instalación en el teléfono será “voluntaria” y garantizará el “anonimato”. 
El Gobierno italiano, por su parte, también ha anunciado que una app de este tipo servirá como base para iniciar el desconfinamiento. Hasta la fecha, el Ejecutivo ha recibido ya 300 propuestas de empresas tecnológicas para desarrollarla. 
El Gobierno del Reino Unido ya está realizando ensayos con una aplicación que permitirá a los usuarios alertar al Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) si creen que tienen síntomas de la Covid-19, según anunció este domingo el ministro de Sanidad, Matt Hancock. “Toda la información se manejará bajo las normas éticas y de seguridad más estrictas, solo estará a disposición del NHS y no se almacenará más allá del tiempo necesario”, aseguró Hancock.