Desde enero, la frenética labor cotidiana de las máquinas hilanderas dejó de ambientar como ruido de fondo el día a día en la Cooperativa de Trabajo Algodonera Santa Fe y, en cambio, se impuso un reposo obligado que paró de forma expeditiva toda la actividad de esta empresa recuperada.

Con sede en el Parque Industrial de Reconquista, la hilandería fue víctima de un devenir económico funesto para las producciones de su tipo y su masa societaria resolvió, para afrontar la coyuntura, dejar de producir sus mercaderías provenientes del algodón.

Tres meses después, no solo que no llegaron las soluciones a la problemática que afecta al sector, sino que la realidad deficitaria recrudeció aún más con el incremento de los costos fijos de funcionamiento y el aceleramiento de la curva negativa del consumo.

En un comunicado fechado el 27 de marzo, la conducción de la textil norteña dio cuenta del escenario de quebranto que atraviesa: "(...) la situación económica que atraviesa nuestro país desde el año 2023 y meses que lleva del año 2024, nos llevó a un momento que no queríamos llegar. A comienzos del mes de enero del año 2024, se ha dejado de producir en nuestra planta". Por tal motivo, a partir del día 28 de marzo de 2024 quedarían cesantes 75 asociados de la institución sin goce de excedente semanal, hasta la recuperación de la producción, anunció, lacerante, el comunicado rubricado por el presidente Juan Manuel Riquel y el secretario Francisco Hilguero.

Cuello de botella

El condicional utilizado para hacer pública la crisis financiera que acucia a la industria se transformó en una afirmación en el primer día hábil de la semana en curso, cuando 75 adherentes fueron formalmente cesanteados de un total de 116. Los 41 socios restantes permanecen dentro de la Cooperativa, por su condición de fundadores, pero en condiciones casi testimoniales ya que no percibirán el pago de excedentes (como se denomina en el rubro a los haberes mensuales) y solo cumplirán tareas de mantenimiento.

El secretario Hilguero describió con precisión la complejidad del trance que los envuelve: “No hay consumo, se cayó el mercado medio, la gente cuida el dinero y no consume” y entonces la producción debió frenarse.

Ese cuello de botella se afinó más todavía con el aumento de la tarifa eléctrica: “Pagábamos 8 millones de pesos por mes y ahora nos vino 2,5 millones más”, graficó. Paralelamente crecieron sin parar los precios de los combustibles y se encareció también la materia prima, señaló Hilguero, para quien “se juntó todo”.

Todo ese cúmulo de nuevas tarifas incidió en forma directa en la firma que el año pasado facturó 575 millones de pesos, de los cuales el 75 % fueron a cubrir gastos de funcionamiento.

Complicado

Para Hilguero, el futuro inmediato “es muy complicado”, empero junto a sus pares apuesta fichas a poder revertir los números magros en base a la creación de alianzas estratégicas: “Es cruel todo esto, las familias lo sienten porque trabajan todos acá, pero estamos hablando con un empresario del norte interesado en invertir en Algodonera Santa Fe. Aunque por ahora nos dijo que como no hay seguridad económica prefiere exportar. Igual está la posibilidad de integrarnos con otras cooperativas”.

Pero eso, de darse, no será para hoy ni mañana. Por el momento, lo palpable es que ninguno de los trabajadores cobrará un peso hasta nuevo aviso. Son, en total, 116 personas a las que el ajuste nacional pone en pausa, y constituyen un signo de preocupación por el costo social en una región que ya vio desplomarse la red de cooperativas dedicadas a la construcción.

Fuente: El Litoral.