Las elecciones municipales que Brasil celebrará el domingo podrían favorecer una agenda conservadora y consolidar el giro a la derecha dado en 2018, cuando el país eligió a Jair Bolsonaro como Presidente, opinan analistas.

La primera vuelta para que los brasileños elijan a los alcaldes y concejales de los más de 5.500 municipios del país estará marcada además por la pandemia del coronavirus, que ha provocado más de 162.000 muertes, una profunda crisis económica y política, y podría afectar la asistencia a las urnas.

Candidatos con influencia religiosa y con énfasis en un discurso de seguridad pública -muchos de ellos ex policías o ex militares- buscan imponerse en estos comicios, que "profundizarán un poco lo que vimos en 2018: el avance de los partidos de derecha y centroderecha", dijo a AFP Oswaldo Amaral, politólogo de la Universidad de Campinas. "Ya vimos eso en el lanzamiento de las candidaturas", añadió.

La consolidación de un mapa político más hacia la derecha, sin embargo, no será leído como un anticipo de la elección presidencial de 2022 ni como una victoria de Bolsonaro, apuntan los entrevistados. Los candidatos respaldados por el presidente en los grandes colegios electorales de Sao Paulo y Río de Janeiro, por ejemplo, se ubican segundos en las encuestas, en empate técnico con los terceros y muy por debajo de los líderes: el alcalde paulista Bruno Covas (PSDB, centro) y el ex alcalde Eduardo Paes (DEM, derecha) en Río.

"Bolsonaro es el primer presidente desde la redemocratización de Brasil que va a unas elecciones municipales sin partido, por lo que será difícil contabilizar si tiene una victoria o una derrota", explicó Felipe Nunes, politólogo de la Universidad Federal de Minas Gerais.

El Presidente de ultraderecha venció al izquierdista Partido dos Trabalhadores (PT) en 2018 y llegó a la presidencia inscrito en el Partido Social Liberal (PSL), su noveno partido en 30 años de carrera política, el cual abandonó durante su primer año de gobierno. Anunció en seguida la creación de la Alianza por Brasil, que aún no está oficializada.

Para estas elecciones, el Movimiento Democrático Brasileño (MDB, centroderecha), tradicionalmente fuerte en los grupos regionales, es el partido con más candidatos inscritos. Mientras que los que más crecieron en postulaciones en comparación con 2016 son el Partido Social Democrático (PSD), el Partido Progresista (PP) y Demócratas, todos con filiación política  a la derecha del espectro político.

Baja participación

Brasil, país de 212 millones de habitantes, tiene cerca de 147,9 millones de electores. Pero con una campaña mucho más fría que en años anteriores y con la crisis económica como telón de fondo, los analistas prevén una baja participación.

Aunque el voto es obligatorio, este año los electores podrán justificar su ausencia por internet, y la multa por ausentarse sin justificativo es menor al precio de un pasaje de colectivo. Un sondeo reciente del Instituto de la Democracia reveló que el 53% de los brasileños estaba "poco interesado" en la votación, mientras que un 27% dijo que tenía miedo de ir a las urnas por la propagación del covid-19, explicó Oswaldo Amaral, uno de los investigadores de la encuesta. "Esto no significa una pérdida del apoyo al régimen democrático, está relacionado con las circunstancias", indicó.

La politóloga Déborah Thomé, de la Universidad Federal Fluminense (UFF), señala que Brasil vivió en 2018 una elección marcada por el sentimiento antipolítica, algo que podría cambiar con la pandemia. "Hay una comprensión de la vuelta del papel del Estado. Con la pandemia necesitamos dirigentes que puedan conducir las políticas. Lo que hemos escuchado es que hay más interés por los políticos tradicionales", afirmó.

Izquierda en declive

Al mismo tiempo que el PSL -ex partido de Bolsonaro- parece no haberse consolidado como fuerza política, la izquierda del Partido de los Trabajadores (PT), sigue provocando altos índices de rechazo. Así, el partido del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en general sin alianzas con otros partidos progresistas, tampoco remonta en las campañas, señaló Thomé.

Golpeado por los escándalos de corrupción y el impeachment de la ex presidenta Dilma Rousseff, el PT vivió en las elecciones municipales de 2016 la peor derrota electoral de su historia al perder el 60,2% de las alcaldías alcanzadas cuatro años antes.

"A la izquierda le fue muy mal en 2016 y en 2018 (...) No espero un cambio significativo en esa correlación de fuerzas", opinó George Avelino, profesor de la Fundación Getúlio Vargas. "Por otro lado, las fuerzas alrededor de Bolsonaro están debilitadas. Él no creó un partido porque no quiso, porque es más cómodo [no tener partido] para no exponerse", aseguró.