Cada vez más personas en el mundo eligen no comer carne o reducir significativamente en su dieta los derivados de animales. Aunque las razones son numerosas, desde religiosas hasta saludables, la proporción que cambia su dieta basándose en el cuidado del ambiente es cada vez mayor.

Al mismo tiempo, es también creciente la cantidad de mascotas en el mundo, tendencia que nuestro país acompaña. Se estima que en nuestros días, solo considerando perros y gatos, en el mundo hay una mascota cada 9.5 habitantes, en Argentina una cada 3.8 habitantes y en USA hay un perro o un gato cada 2 habitantes, siendo el país con la proporción más alta del planeta.
Córdoba, según un reciente relevamiento de la Municipalidad, tiene el récord de un perro cada 2,5 habitantes, cifra comparable a la de USA.

En el mundo hay una mascota cada 9.5 habitantes. Tabla: Elaboración propia en base a varios reportes

Por eso no resulta extraño que algunos investigadores hayan comenzado a indagar en los últimos años, cuál es el impacto global de las mascotas sobre el ambiente y específicamente, cuánto incide en la cuestión ambiental la alimentación de las mascotas.

¿También las mascotas y su alimentación son responsables del cambio climático?

Un trabajo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) calculó que, sólo en USA, el consumo de carne por parte de perros y gatos crea el equivalente a alrededor de 64 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, lo que tiene aproximadamente el mismo impacto climático que 13,6 millones de autos.

“Me gustan los perros y los gatos, y definitivamente no estoy recomendando que las personas se deshagan de sus mascotas o las pongan en una dieta vegetariana, que podría no ser saludable”, dijo el profesor de geografía de UCLA y responsable de la publicación, Gregory Okin. “Pero sí creo que deberíamos considerar todos los impactos que tienen las mascotas para que podamos tener una conversación honesta sobre ellas. Las mascotas tienen muchos beneficios, pero también un enorme impacto ambiental ".

Okin señala que encontró que los gatos y los perros son responsables del 25 al 30 por ciento del impacto ambiental del consumo de carne en los Estados Unidos. Si los 163 millones de perros y gatos estadounidenses formaran un país separado, esta nación "perrogatuna" ocuparía el quinto lugar en el consumo mundial de carne, apenas detrás de Rusia, Brasil, Estados Unidos y China. 
En comparación con una dieta basada en plantas, la carne requiere para su producción más energía, tierra y agua, y tiene mayores consecuencias ambientales en términos de erosión, pesticidas y desechos, anotó Okin. 

Algo sobre el popó y los gases… de efecto invernadero

Y por si esto fuese poco, como todo termina en algún lugar, después de su nutritiva ingesta, las mascotas de Estados Unidos producen alrededor de 5,1 millones de toneladas de heces en un año, lo que representa un 30% en peso de las heces de sus propietarios o bien lo que “producen” unos 90 millones de estadounidenses.

Estudios anteriores han encontrado que la dieta estadounidense produce el equivalente a 260 millones de toneladas de dióxido de carbono de la producción ganadera. Al calcular y comparar cuánta carne comen 163 millones de gatos y perros en comparación con los casi 330 millones de estadounidenses, Okin determinó cuántas toneladas de gases de efecto invernadero están vinculados a la comida para mascotas.

Algo sobre calorías y calidad de la dieta

Encontró que los perros y gatos de la nación consumen alrededor del 19 por ciento de las calorías de la población del país, equivalente por ejemplo a todas las calorías consumidas por la población de Francia en un año. Debido a que la comida para perros y gatos tiende a tener más carne que la dieta humana promedio, esto significa que los perros y gatos consumen alrededor del 25 por ciento de las calorías totales derivadas de los animales en los Estados Unidos.

Okin reconoce que algunos de los productos incorporados a los alimentos para mascotas no son cosas que la gente deba o quiera comer. Pero una fracción significativa y en proporción creciente son proteínas de alta calidad. 
La investigación confirmó que los alimentos premium para mascotas generalmente contienen más productos de origen animal que otras marcas, y que las compras de alimentos premium para mascotas están aumentando. A medida que un número creciente de personas considera a las mascotas menos como animales y más como miembros de la familia, los cuidados aumentan y las opciones de alimentos para mascotas con carne de alta calidad se han mantenido a la par. Esto significa que las mascotas comen cada vez más cortes de carne aptos para humanos.

“Un perro no necesita comer bife”, dijo Okin. “Un perro puede comer cosas que un humano sinceramente no puede. Entonces, ¿qué pasaría si pudiéramos convertir parte de esa comida para mascotas en comida para la gente?".

A medida que comer menos carne se expande de los círculos vegetarianos a los ambientales como una forma de reducir la huella de carbono, considerar con qué alimentar a las mascotas es el siguiente paso natural, dijo Okin. No es solo un problema en los Estados Unidos, señaló. En lugares como China, Brasil y otros países emergentes, a medida que la población se vuelve más rica, comen más carne y tienen más mascotas.

¿Sabías que en el mundo la población de gatos más que duplica a la de perros? Imagen: CCO/ pixabay.com

“No soy vegetariano, pero comer carne tiene un costo”, continuó. "Aquellos de nosotros que estamos a favor de comer carne debemos poder tener una conversación informada sobre nuestras elecciones, y eso incluye las elecciones que tomamos para nuestras mascotas".

No ve una solución simple. Las mascotas brindan amistad y otros beneficios sociales, de salud y emocionales que no se pueden descartar, dijo Okin. Las personas preocupadas por la ingesta de carne podrían considerar mascotas vegetarianas, como pájaros o hámsteres, sugirió.
La industria de alimentos para mascotas, señaló, también está comenzando a dar pasos hacia la sostenibilidad y podría trabajar para reducir la sobrealimentación y considerar fuentes alternativas de proteína, una tendencia que se afianza, al menos en Europa.