edio de la pandemia y con decenas de urgencias, la política enciende sus motores y define su estrategia para el año electoral. Los desafíos y las carreras internas marcan sus tiempos, aunque algunos de los protagonistas no abandonan sus estilos y tratan de marcar la cancha.

El diputado ultrajuecista Luis Juez –hoy en Juntos por el Cambio– hizo una advertencia fuerte en Canal 10: “Este año no habrá paso porque ni al Gobierno nacional ni tampoco a la oposición les conviene”. Palabras más, palabras menos, dejó su marca cuando todas las alianzas electorales y partidos políticos entran en etapa de definiciones de candidaturas tanto para las Paso como para las generales.

Hoy, sin embargo, se da prácticamente por hecho que las elecciones internas abiertas, simultáneas y obligatorias van a ser postergadas, igual que las generales. Hay un principio de consenso entre el oficialismo y la oposición para llevar a cabo esta compulsa prevista para agosto al 12 de setiembre y la general pautada para agosto al 14 de noviembre.

Las encuestas de Córdoba dicen que ganará Juntos por el Cambio, más allá de los candidatos que integran las boletas de postulantes a senadores y diputados nacionales.

Nada se detiene

Esta advertencia lanzada por Juez no detiene los movimientos internos de cada fuerza política, ya sea para las Paso o para las elecciones generales. El propio Juez está abocado al armado de sus listas. Lo novedoso es el incipiente diálogo que mantiene con Héctor Baldassi, diputado nacional al que se le termina el mandato y en el PRO no lo tienen muy en cuenta. En realidad, habría que decir no lo tienen nada en cuenta.

Molesto por la situación, el mediático ex árbitro de fútbol no quiere retirarse de la política. De allí sus charlas con Juez, tenderán a armar una estructura nueva que lo necesitaría como candidato a la Cámara Baja del Congreso nacional. Ambos miden bien en las encuestas y metro podrían ruido en la interna de Juntos por el Cambio.

Es más, según una encuesta de Paola Zuban y Gustavo Córdoba, Juez tiene mejor imagen positiva que el radical Mario Negri y, se sabe, que la popularidad de Baldassi no puede discutirse. No hay que confundir conocimiento y empatía con eficiencia para desemepeñar una función.

Juez trata de poner paños fríos a esta supuesta “alianza”. Cuando se le consulta sobre sus diálogos con Baldassi, se limita a respondedor: “Hablo con todos”.

Será interesante seguir de cerca lo que ocurra en los próximos días, especialmente cuando venga Mauricio Macri a presentar su libro a la ciudad de Córdoba. El expresidente sigue apoyando a rajatabla Gustavo Santos para el Senado. Y también hay muchos otros anotados para la pelea del invierno.

Los planes a corto plazo no se terminan en la interna de Juntos por el Cambio. El kirchnerismo busca definir su estructura electoral. Para el Senado no hay dudas: la lista tendrá a Carlos Caserio ya Gabriela Estévez como candidatos.

En la boleta de diputados la cosa cambia mucho. La Cámpora propone como cabeza de lista a Martín Fresneda, mientras que otros sectores impulsan a Martín Gill. A su vez, Pablo Carro intenta repetir. Pero la puja de intereses no termina allí porque el senador Carlos Caserio defiende la postulación de Olga Riutort, su armadora política en la ciudad de Córdoba. Esto pone al kirchnerismo-albertismo en estado de ebullición, sin dudas.

Si la candidatura de Riutort –actual concejala– se confirma, podría darse un hecho poco frecuente: que madre e hija se enfrenten en una elección.

Es que María Victoria Flores, una de las hijas de Riutort, podría integrar las nóminas de Hacemos por Córdoba. En esa familia se aplicaría entonces la consigna que dice que en la mesa del domingo no se habla de religión, de fútbol ni de política. Todo sea por mantener la paz del hogar.

En el tren de la campaña, Hacemos por Córdoba puso en valor otra vez a Manuel Calvo. El vicegobernador fue el rostro de un aviso del Gobierno provincial que llamó la atención de muchos. Se decía que la lista para la Cámara Baja iba a ser liderada por Natalia de la Sota, pero tras el póster da la impresión que la última palabra aún no ha sido dicha.