Hallar nuestro propósito en el mundo 

En el crecimiento personal de un sujeto, desde un lado individual, independizarse económicamente resulta fundamental por varios aspectos: uno de ellos puede deberse a la buena estima que alcanzamos de nosotros mismos al momento de realizar balances sobre nuestro desarrollo a lo largo de los años; otro, desde un punto de vista más general, se correspondería a la propia condición humana, que nos obliga a hallar un propósito que justifique la propia existencia en el mundo, sumado a que la característica que nos define y nos agrupa como seres humanos, es el hecho de saber que algún día todo terminará, conclusión que nos angustia y nos obliga, a contrarreloj, a encontrarnos con nuestro deseo, con aquella porción que haga de nosotros nuestro hábitat natural. Reflexiones que Jean-Paul Sartre resumió con la citada frase somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. 

Del vientre materno somos eyectados a un mundo hostil, inseguro y tortuoso. El primer trauma que padece un sujeto es éste. Al comienzo, en nuestro nacimiento, estamos desvalidos y necesitamos, en forma indispensable, el cuidado y la protección de nuestros progenitores. Regidos por lo que Freud llamó el principio de placer, necesitamos ser alimentados y resguardados hasta adquirir, tiempo más tarde, producto del mecanismo de represión, el principio de realidad, es decir, nuestro ingreso a la cultura.  

De esta manera, a medida que crecemos, la independencia comienza a manifestarse en pequeños detalles: desde caminar solos al colegio, hasta cuando atravesamos la adolescencia, que salimos con amigos y, nuestros adultos al cuidado, nos proveen de su confianza con pequeñas tajadas.
 
Reseña de la película cordobesa “Casa propia”

Alejandro (Gustavo Almada) tiene aproximadamente cuarenta años, es docente y atraviesa una complicada situación económica. Camina con una cierta encorvadura y se desliza lentamente por la casa de su madre. Aún no ha podido independizarse, conserva una dosis de humor y, con ella, compensa un malestar generalizado que lo traslada al ámbito familiar y académico. Está en pareja con una mujer que es madre, pero él no tiene hijos. Las peleas entre ambos se hacen cada vez más frecuentes; Vero (Maura Sajeva) lo quiere pero su “fama” de hombre infiel- debido a algunos hechos puntuales- la conduce a ir despacio en su objetivo último, que será construir un proyecto en conjunto. Tal es así que Alejandro, cuando no se queda con su madre, duerme con Vero, aunque ella no está en condiciones de oficializar la relación frente a su hijo.
En el colegio, Alejandro da clases de lengua y literatura, no obstante su sueño de ser escritor dista considerablemente con la cotidianeidad que lo circunda. Con su madre enferma de cáncer, sus preocupaciones aumentan y, de esta forma, toda su energía la traslada al cuidado de ella, quien demanda de su atención casi las veinticuatro horas del día. Este profesor siente que no ha tomado buenas decisiones con la libertad que le fue concedida, atributo que Sartre menciona entre líneas, puntualizando que el hombre está condenado a ser libre. 

Si bien podemos coincidir o no con el anterior punto, en el caso de Alejandro, el porcentaje de libertad que posee se reduce cada vez más. Atravesado emocional y económicamente, se levanta de la cama sin querer hacerlo; mientras le prepara el termo de mates a su madre, corrige los ensayos y las pruebas de sus alumnos, postergando hasta la noche sus inquietudes y reflexiones.

Por otro lado, su mejor amigo, Manuel (Mauro Alegret), está comenzando su carrera como escritor y gana una beca que le permite continuar su obra en España. Espera con ansias el día de su partida y, en contraposición a Alejandro, goza de un buen pasar económico y familiar, que le facilita los medios para concentrarse en su propósito máximo. 

En conclusión: si el hombre está condenado a ser libre, como plantea Sartre, también está condenado a hacer y a ser lo que sus condiciones económicas, sociales, culturales y psicológicas le permitan, reduciendo a una ínfima cuota sus propias decisiones de vida. 
Bajo la dirección de Rosendo Ruiz, y con la participación de Irene Gonnet, Yohana Pereyra y Eugenia Leyes Humbert, “Casa propia” está disponible la plataforma Cine.ar Play.