Existe una maquinaria de propaganda descomunal que nos bombardea diariamente para construir un relato mítico donde un monstruo malo, negro, haragán y deforme, único de estas tierras, está deglutiéndose a la patria, evitando que tengamos ese “glorioso” destino al que estaríamos predestinados, promesa de todos los gobiernos oligárquicos que tuvimos: el de ser granero del mundo. Los tipos nos prometen que si nos callamos la boca, aceptamos las desigualdades, renunciamos a nuestros derechos, vamos a llegar a ser ¡un granero! Ese es el sueño de morondanga, al que nos convocan con dejos de solemnidad y soberbia. 

Sin embargo, para señalar, atacar y menospreciar a este monstruo, también suman voces estridentes gran parte de la progresía nacional, que sin dejar de ser granero, nos ofrecen ser galpón de ensamble de bienes de consumo. Y se convencen que repitiendo un mantra neodesarrollista (que en su versión local se parece mucho al extractivismo) pueden mutar la realidad social, laboral y productiva de exclusión que nos toca afrontar para transformar.

Desde los basurales y taperas (y no es una metáfora literaria) una parte de las excluidas de este país, han construido un paciente pero firme proceso de organización que fue madurando hasta convertirse en un sector nada despreciable de la economía nacional, el más dinámico de los últimos años, el que más puestos de trabajo ha generado, un sector con muy poca capacidad de generar Reproducción Ampliada del Capital (RAC), pero con altísimos índices de Reproducción Ampliada de la Vida (RAV). Todo eso, con inversión de cifras que serían irrisorias para el empresariado o la economía estatal. 

Las organizaciones de la Economía Popular han mostrado además cierta capacidad para construir y disputar políticas públicas, e incluso de elaborar y materializar planes estratégicos de desarrollo del país, algo que la política neoliberal (incluso en su versión progresista) ha descartado de su horizonte de posibilidades. Toda esta irreverencia lo vuelve blanco de ataques constantes por parte de los poderes establecidos. 

En los últimos días sucedió un nuevo capítulo de esta ya remanida dinámica: ahora se trataba de un informe de AFIP que según los medios de (in)comunicación masivos dejaba al descubierto que de un universo de 1.250.000 beneficiarios aproximadamente: 250 mil personas que reciben el Potenciar Trabajo ($ 27.275 por mes) pagarían Impuesto por Bienes Personales (que sólo alcanza al 2% más rico del país), que unos 35mil habrían comprado dólares, 39mil beneficiarios eran dueños de campos y comercios, muchos tendrían prepagas de salud, entre otras afirmaciones que si no fuera porque tienen eco y efectos peligrosos, realmente darían risa por lo absurdas. 

A los pocos días, diversos periodistas (que aún quedan) buscaron el informe que había dado lugar a los titulares altisonantes y se dieron con una realidad muy distinta: 1) que el título del primer ítem decía: “presentaron declaraciones juradas de bienes personales… o tienen bienes informados por la Dirección Nacional de los Registros Nacionales de la Propiedad Automotor”. Los dos ítems figuran juntos. Por lo que en realidad se refería que sólo 250mil de los beneficiarios tienen, por ejemplo, una motito 110, para ir y volver al trabajo. 2) Que quienes habían comprado dólares eran sólo 430 –quizás siendo arbolitos de otros. 3) Que esos 39mil eran personas que habían manifestado que trabajaban en producciones de la agricultura familiar, lejísimo (muy lamentablemente) de ser dueños de campos. 4) Que las prepagas estaban en un ítem muy extraño que se conformaba por quienes tienen cobertura de salud de algún tipo (prepagas o cobertura social) o poseían algún vehículo (nuevamente las motos, o una pequeña embarcación de quienes realizan pesca artesanal por ejemplo), por lo que el desglose daba como resultante final la trágica cifra de que sólo 209 personas poseían algún tipo de cobertura social. 

Por si fuera poco, para completar el triste panorama de precarización del sector, es importante señalar que el Potenciar Trabaja alcanza solamente al 28% de los Trabajadores de la Economía Popular inscriptos en el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular creado por el Estado Nacional, que se sabe y acepta sin discusión de ningún tipo, posee registro de menos del 50% del sector. 

Habría tanto más que transmitir, mentiras y falsos mitos que desmontar, violencias y estigmatizaciones que enfrentar, que este artículo podría convertirse en una columna semanal y por años no se agotarían los relatos. Fortalecer la democracia es prestar escucha a la voz de quienes parece sólo emitir ruidos inentendibles para el statu quo. Algunos pensamos que es ahí, en los últimos de la fila, entre y desde “los culpables”, donde radica no sólo la sobrevivencia de una democracia tan frágil y asediada como la que vivimos, que requiere un futuro con tierra, techo y trabajo para todos y todas.