La Laguna de Mar Chiquita recibe sus aguas de tres ríos. El Dulce, desde el norte, el Suquía y el Xanaes, desde el Sur. No tiene desagüe: el agua solo sale de la laguna por una vía: la evaporación por el calor del Sol. Es muy extensa, aunque poco profunda: 100 km de este a oeste, unos 40 de norte a sur, y apenas unos 10 metros de profundidad máxima; la mayor parte apenas alcanza los 3 metros de profundidad.

Entonces, tiene mucha superficie, y poco volumen de agua. Por eso la evaporación es muy intensa, en términos relativos. Y esa es la principal causa de su alta salinidad: alrededor de 60 granos de sal por litro de agua. Es decir más del doble que el agua del mar. El agua salada es más densa que el agua dulce, y por eso los cuerpos flotan en mar Chiquita con más facilidad que en otros lagos de la provincia.

Pero Mar Chiquita no siempre fue así. Hasta hace unos 40.000 años, los cursos de agua que hoy desaguan allí continuaban hacia el este, y terminaban desembocando en el Paraná. Como lo hacen hoy el Ctalamochita (río Tercero) y Chocancharaua (río Cuarto). Pero algo sucedió: un movimiento geológico elevó la zona al este de la laguna, en lo que hoy se conoce como la barda de Altos de Chipión. Al elevarse allí el terreno, se bloqueó el desagüe de los ríos y se formó el mar de Ansenuza.

En términos geológicos, se trata de una laguna muy joven. Y tiene ciclos de crecimiento y bajante. La creciente más conocida sucedió a partir de 1978, cuando la laguna prácticamente duplicó su superficie e inundó Miramar, la ciudad costera.

Hoy, en Miramar, conviven los atractivos de la playa, de la desembocadura del Xanaes, los paseos en lancha, y claro, las ruinas del pasado previo a la gran inundación.

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