El paisaje del amplio playón ubicado a la vera de la Avenida Armada Argentina entre Circunvalación y el CPC de Villa El Libertador, se transforma. Con las primeras luces de la mañana comienzan a llegar autos, camionetas, utilitarios y hasta gente caminando con sus cosas para vender. Un carrito cargado de tablones se estaciona en un lugar estratégico y comienza a distribuir los improvisados mostradores sobre los que se ubicarán los productos.

La feria comenzó a crecer hace años a la vera de la Avenida Armada Argentina
La feria comenzó a crecer hace años a la vera de la Avenida Armada Argentina

 "Esta Feria es libre", dice Carlos Sosa, vendedor de herramientas desde hace 12 años, "cada uno viene con sus cosas y se ubica donde puede y nadie le cobra nada ni le pregunta nada. Lo único que hay que respetar son los lugares que ocupamos los que venimos siempre", agrega. "Pagás es el alquiler del tablón", dice Maira Arruga, que vende ropa.

"Cada uno viene con sus cosas y se ubica donde puede" dice un vendedor.
"Cada uno viene con sus cosas y se ubica donde puede" dice un vendedor.

Los pioneros del lugar cuentan que se ubicaron allí cuando la tradicional Feria de la Plaza de Villa El Libertador se quedó sin espacio. Aprovecharon la proximidad con los puestos que originalmente se ubicaban a la vera de la avenida y vendían sillas, macetas o pan casero a quienes salían de la ciudad rumbo a Alta Gracia.

José es herrero y muestra orgulloso parrillas, chulengos y otros artefactos de su factoría. Lo hace apoyado en un tablón en el que hay libros, mochilas usadas, cerraduras reparadas, disyuntores y hasta zapatos. "Estas son cosas que estaban en mi casa y las traigo por si a alguien le interesa. Para todo hay clientes", comenta.

Mirá el microdocumental 

FERIA DE TODO

Es que el espacio funciona como una gran feria de garage a cielo abierto en el que conviven productos  nuevos y usados de diferentes rubros y orígenes. Desde inodoros, grifería, herramientas de todo tipo, neumáticos usados, repuestos de autos, artículos de pesca, juguetes, ropa, bicicletas reparadas, cigarrillos, elementos para la construcción, andadores, rejas, libros y a veces, hasta animales. 

"La ropa nueva me la trae mi hermana de Buenos Aires y la usada la consigo de gente que la regala en redes sociales o que ya me conoce", dice Maira, madre de 3 hijos. Otro tanto cuenta Ricardo Arias, hoy dedicado a las cañas de pescar. "Soy de los más antiguos: hace 20 años que estoy ; cuando empecé éramos siete". Se quedó sin trabajo en Fiat donde era soldador y empezó con parrillas de su propia factura. "Yo estoy orgulloso porque gracias a esto pude criar y hacer estudiar a mis hijos", cierra.