Un nuevo 15 de junio en el que, quienes trabajamos con las vejeces, seguimos reflexionando y promoviendo el “Día mundial de la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez”. Una fecha establecida hace 15 años a instancias de International Network for the Prevention of Elder Abuse (INPEA), en diferentes países, cuando se convocó a realizar eventos y actividades para poner en agenda un tema hasta el momento considerado tabú.

La Asamblea Mundial de las Naciones Unidas, adhiriendo a INPEA, en su resolución 66/127, designó el 15 de junio para conmemorar esta fecha con el objetivo de que los países miembros se expresen y sensibilicen al respecto a los organismos, las instituciones y la ciudadanía.

INPEA definió al maltrato de las personas mayores como "la acción única o repetida, o la falta de respuesta apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza y la cual produzca daño o angustia a una persona mayor".

Desde hace algunos años se trabaja también desde un paradigma positivo, es decir desde la promoción del Buen Trato para lograr acciones a favor del respeto por los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas mayores.

Justamente son muchos los sectores involucrados y que pueden realizar aportes para lograrlo. En medio de una sociedad atravesada por la pandemia, con vulneración de derechos de este grupo etario, me voy a detener en el trabajo de quienes aportan en este sentido para lograr una sociedad que trate con respeto y dignidad a las y los mayores. Tal vez pueda servir como ejemplo para que se sumen más y se genere, entonces, un efecto multiplicador.

Pienso en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y sus dos programas con talleres y propuestas de aprendizaje. Por un lado, el PUAM (Programa Universitario de Adultos Mayores) que depende de Ciencias Médicas y por otro, el programa de Adultos Mayores de la Secretaría de Extensión Universitaria. En ambos casos, además de talleres educativos se realizan, aún en pandemia, actividades orientadas a promover los derechos de las personas mayores. Se brinda así, desde la UNC un espacio para que sean protagonistas.

Sumo también a instituciones privadas que marchan por igual camino, en los centros de día de la Municipalidad que aún cerrados, su personal, en muchos casos por vocación y amor, más que por obligación laboral, ha encontrado la forma de mantener activos, estimulados y, sobre todo, acompañados a las y los asistentes, que ya no pueden participar presencialmente.

Celebro a quienes decidieron ayudar para que puedan recibir la vacuna, en un sistema que no estaba pensado para quienes no cuentan con acceso a la tecnología. Voluntarias y voluntarios que se pusieron al servicio para dar una mano. También instituciones como la defensoría del Pueblo de Córdoba.

El buen trato lo podemos observar en el personal de la salud que brinda su atención, que está presente para asistir en el momento necesario, no meses más tarde como padecen en muchos momentos en los que no encuentran respuesta.

Los medios de comunicación no estamos exentos. Utilizar el lenguaje adecuado, no llamar “abuelos” o “abuelas” a todas las personas mayores; no infantilizar; no difundir imágenes sin su autorización; no presentar a la vejez como “una problemática a resolver” sino tal vez, buscar en ella posibles soluciones. El trabajo que realizamos con las palabras y las imágenes puede contribuir a que aumente el viejismo, es decir la discriminación hacia quienes transitan la vejez. O puede lograr lo contrario, que es lo que nos proponemos desde el Multimedio SRT y el programa Palabras Mayores desde hace más de 10 años.

Por último, destaco como un valioso aporte al buen trato lo que sucede dentro de una familia. Un nieto que llama a su abuela; que le enseña cómo hacer una video llamada; que en tiempos de distanciamiento físico pasa a saludarla desde la ventana; que sabe que debe mantener los cuidados para evitar contagios; que ante la ausencia de los abrazos físicos logra abrazar con las palabras. Esos pequeños ejemplos forman parte del buen trato: no permitir que la soledad se convierta en la pandemia silenciosa que afecta a quienes transitan la vejez.

El camino es largo y falta mucho por recorrer, pero es necesario hacerlo para que llegue el momento en el que ya no exista un día para tomar conciencia sobre el maltrato y abuso en la vejez, ya que eso significará que hemos logrado superar este flagelo. Ojalá no estemos tan lejos, por los viejos y las viejas de hoy, pero también por los viejos y las viejas del mañana.

Tal vez, cómo canta Joan Manuel Serrat: “Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina, O simplemente, Si todos entendiésemos que todos llevamos un viejo encima… Quizá, llegar a viejo Sería más llevadero, Más confortable, Más duradero”.