"Por lo menos, antes podíamos caminar, recorrer el barco, comprar un café o comer en los comedores. Era más llevadero. Desde que estamos en código rojo, no podemos salir del camarote. Llevamos casi un mes así. Nos traen la comida al camarote, que es más chico que una habitación de hotel. Por suerte tenemos un pequeño balcón para cambiar un poco el aire. De todos modos, el desgaste psicológico es tremendo".

Así describe Bruno Giovos su estadía en uno de los cruceros de la empresa MSC, al que subiera en diciembre de 2019 junto a otros ocho argentinos.

Todos forman parte de la tripulación contratada por la empresa. Bruno y Luciano, su hermano, conforman un dúo musical que anima las fiestas del crucero.

Su último contacto con tierra se produjo el pasado 13 de marzo, cuando el navío permitió el desembarco de más de 1300 pasajeros en Maceió, Brasil.

Desde entonces comenzarían una trayectoria en la que las negaciones suplantaron a los interrogantes. Tras fallidos intentos de llegar a puertos españoles, que comenzaban a cerrarse ante la pandemia, el navío fondeó en Marsella por la mañana del 22 de marzo.

Allí pudieron descender los pasajeros, no así los casi mil tripulantes originales. De ellos, casi la mitad pudo ser repatriada por las autoridades de sus respectivos países. Más de 400, habitantes de territorios que mantienen fronteras cerradas, permanecen a bordo. Entre ellos, los argentinos.

"Desde el 22 de marzo me encuentro en Lisboa, dentro de un barco, junto a otros ocho argentinos. Estamos desesperados por volver a casa, pero no tenemos respuestas ni de la Embajada ni de la Cancillería", expresa el joven músico.

Según estimaciones no oficiales son más de 300 los argentinos que esperan un desenlace favorable en las tierras lusitanas, que por el momento permanecen cerradas.

"Las fronteras de este país están cerradas, por ende no podemos salir de aquí. La única forma de salir es mediante un vuelo de repatriación. Sabemos que han partido vuelos de repatriación de Madrid, París y Roma. Pero nadie se acuerda de nosotros, nadie habla de Portugal", prosigue.

"Los nueve tripulantes que estamos en el crucero gozamos de buena salud. Estamos en buen estado para volver a casa", sentencia Giovos.