La adicción a Netflix no sólo freirá tu cerebro: también puede estar friendo el planeta entero. El consumo de energía global del servicio de transmisión aumentó un 84% en 2019 hasta los 451,000 megavatios hora, equivalente al consumo anula de 40,000 hogares promedio en Estados Unidos.

Netflix reveló estas cifras en su primer “Informe Ambiental, Social y de Gobierno”, señalando que su uso de energía no renovable en 2019 fue compensado con “certificados de energía renovable y compensaciones de carbono". Si bien estos pueden ayudar, no deja de existir el inconveniente de que nuestro amor por la transmisión tiene efectos secundarios desafortunados, la mayoría de los cuales apenas comenzamos a comprender.

La tecnología digital ha dado paso a una era de consumo discreto. Es fácil entender el impacto ambiental de comprar "cosas" o volar a través del Atlántico o usar un automóvil. Es más difícil comprender cuánta energía se necesita para transmitir datos a través de la web. 

Podemos pensar que estamos consumiendo menos gracias a Internet, pero las tecnologías digitales representan más emisiones de carbono que la industria aeroespacial, según un estudio del Shift Project, un grupo de expertos con sede en París. 

Transmitir y ver videos en línea representa una gran parte de esto, generando casi el 1% de las emisiones globales. Del mismo modo, un estudio de las universidades de Glasgow y Oslo descubrió que la transmisión de música ha llevado a "emisiones de carbono significativamente más altas que en cualquier punto anterior en la historia de la música".

Ser un consumidor conciente no significa necesariamente apagar su wifi o desterrar Netflix. Pero deberíamos pensar más críticamente sobre nuestro consumo de datos. Apple ya entrega informes on line sobre los consumos; quizás los servicios tecnológicos deberían comenzar a proporcionarnos recuentos de carbono. O tal vez Netflix debería implementar advertencias de carbono.  
“Precaución: este programa contiene desnudos, lenguaje gráfico y mucha energía”.

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