Las enfermedades cardiometabólicas y el entorno donde viven las personas están interconectadas, concluyó una investigación realizada por el Instituto Gulich y la Escuela de Nutrición de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

Las enfermedades cardiometabólicas, como diabetes, hipertensión y síndrome metabólico, pueden estar vinculadas a factores ambientales. “Hasta ahora no había reportes científicos que comprobaran la relación entre estas variables, como sí existe en otras enfermedades, como las infecciosas, zoonóticas o vectoriales, que vinculan directamente la afección con el entorno”, informaron desde el Ministerio de Ciencia de la Nación.

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Matías Scavuzzo, investigador del Instituto Gulich, remarcó que es una investigación innovadora ya que "no hay muchos trabajos que exploren las asociaciones entre las dimensiones ambientales y de la salud, en particular de las enfermedades cardiometabólicas”.

Además, otro elemento innovador no utilizado hasta el momento en investigaciones locales, fue la utilización de imágenes satelitales de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).

Más verde, más salud

La investigación se centró en la diabetes y el síndrome metabólico. El equipo de investigación viene trabajando en esta área desde hace más de 10 años.

Como dato previo, se estableció que estas enfermedades están vinculadas por una mala alimentación y por la falta de actividad física. Por lo tanto, la investigación indagó en cómo el ambiente afectaban al surgimiento de estas patologías.

El proyecto involucró al Servicio de Cardiología del Hospital Nacional de Clínicas donde se analizaron 345 pacientes por su historia clínica y alimentaria, provenientes de Córdoba capital y del Área Metropolitana

“Indagamos acerca de qué comen, cuál es su actividad física y si consumen tabaco o alcohol, por ejemplo. Además incorporamos otras variables para estudiar el entorno, consultando dónde viven y cómo es ese espacio, y geolocalizamos a cada paciente”, dijo Defagó.

Según la investigación, la mayor parte de los pacientes tenían una calidad de dieta pobre y hacía poca actividad física. Además, la mayoría tenía antecedentes de enfermedades no transmisibles: 22% tenía diabetes y 44% síndrome metabólico.

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Con imágenes satelitales de la misión Landsat 8 , se geolocalizó a cada paciente y determinaron que las personas con diabetes o síndrome metabólico tienden a vivir en lugares con poca vegetación.

"Como contrapartida, las zonas más vegetadas corresponden a entornos donde no hay casos de síndrome metabólico. También encontramos que a mayor cantidad de índices de vegetación y a menor área construida, disminuye el riesgo de encontrar diabetes”, informó Micaela Campero, investigadora del Instituto.

“Cuando hicimos el análisis puramente espacial, pudimos ver que hay una agrupación significativa de diabetes al noroeste de la ciudad de Córdoba y el Gran Córdoba. La prevalencia dentro de ese clúster alcanzó al 40% de la población, casi el doble de los resultados esperados. Por eso consideramos que es una zona de alto riesgo, debido a las altas posibilidades de tener diabetes”, añadió.

Los resultados indican que las personas que habitan en grandes urbes son más propensas a contraer enfermedades cardiometabólicas, respecto de quienes viven en áreas verdes, residenciales, periurbanas o rurales

“Cuando uno vive en las grandes urbes, está más expuesto a un tipo de alimentación más deficiente, a mayores contaminantes y cuestiones de seguridad que disminuyen la posibilidad de movilizarse a pie. En cambio, en los espacios más verdes se esperaría que uno tenga mayor acceso a alimentos más frescos, a poder realizar actividad física o moverse caminando, y esto impacta en la salud de las personas”, consideró Defagó.

La información obtenida es útil para la salud pública ya que permite ajustar la toma de decisiones de políticas públicas.  

“El mapa que elaboramos señala que es necesario empezar a trabajar en la diabetes por la zona de mayor prevalencia y alto riesgo, al noroeste de la ciudad de Córdoba. Es un área donde debemos hacer foco y seguir estudiando, pero además a dónde se deberían direccionar recursos de salud pública”, sostuvo Scavuzzo.

El trabajo fue publicado en la edición de noviembre de 2023 de la revista científica Geospatial Health, tiene como autores principales a Matías Scavuzzo y Micaela Campero, investigadores del Instituto Gulich, perteneciente a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y a la UNC; y Daniela Defagó, docente de la Escuela de Nutrición de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC e investigadora asistente del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (INICSA)-CONICET.