Mafalda Journade fue una partera de barrio General Paz que entre 1955 a 1991 se apropió de bebés y los vendía.

Hermanas y Madres del Alma es una agrupación de algunas de las hijas apropiadas por la mujer y de madres que le quitaron a sus bebés. Carolina Bruzzo es una integrante y víctima de la apropiación de identidad.

"En el 2014, hemos conformado un grupo de hermanas, hermanos y madres del alma que agrupa a todas las personas que han nacido entre 1955 y 1991 y hemos sido víctimas de ese tráfico", expresó en Radio Universidad.

Y agregó: "Estamos buscando nuestra identidad biológica. Estamos convencidos que es nuestro derecho conocer esa parte de nuestra historia".

Hermanas y Madres del Alma nació gracias a las redes sociales donde varias personas que tenían dudas sobre su identidad se contactaron y todos coincidían con el nombre de la partera: Mafalda Journade.

La partera falleció en 2012. Pero el grupo continúa luchando por recuperar su identidad. "Nosotros fuimos ayudados por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación que tiene una parte que se dedica a ayudar a personas como nostros", declaró.

Con el tiempo, la agrupación comenzó a incluir a mujeres que habían dado a luz con la partera. Aunque hubo algunos encuentros entre madres e hijas/os, todavía hay hijos que buscan a sus madres y madres que buscan a sus hijos.

Aproximadamente 60 personas integran el colectivo.

"Hay un sentimiento de culpa muy grande entre las madres. Nosotros queremos romper eso", remarcó Carolina.

Y agregó: "Yo sigo buscando. Esto es una lucha necesaria para que no se vuelva a repetir".

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Más de 30 años de apropiación

Mafalda Journade era partera y operaba en barrio General Paz de la ciudad de Córdoba. Ella operaba en dos propiedades conectadas.

"Ella lo que hacía era vender bebés a familias que querían ser padres y que por distintos motivos no querían pasar por los procesos legales que requiere una adopción", afirmó Bruzzo.

Por 36 años, Journade engañaba a todas las partes. La familia de crianza, cuenta Carolina, pensaba que "ayudaban" a una mujer pagando su parto y adoptando al hijo que no quería. "Eso ayudaba a legitimar un poco lo que estaban haciendo que era ilegal", agregó.

Sin embargo, las madres biológicas desconocían que sus hijos eran vendidos o les decían que habían fallecido.

"Las madres biológicas eran cooptadas de distintas maneras. Eran jóvenes, las traían a dar a luz, no se le explicaban nada y se las separaba de sus hijos", explicó Bruzzo.

En muchos casos, las mujeres que daban a luz eran obligadas a servir cama adentro en las propiedades ubicadas entre las calles México y Pichincha.

En otros casos, las víctimas eran cooptadas en la Terminal de Ómnibus. Las mujeres, usualmente jóvenes, migrantes y solas, se les ofrecía techo y trabajo. Al dar a luz, se vendía el bebé y se las dejaba en la calle.