Luego de las masivas protestas de la jornada de ayer en la capital de Sri Lanka, en la que decenas de miles de manifestantes se movilizaron exigiendo la renuncia del presidente, Gotabaya Rajapaksa, y del primer ministro, Ranil Wickremesinghe, ante la crisis económica que azota al país, esta mañana la capital comercial, Colombo, amaneció con calles prácticamente vacías y tiendas cerradas, aunque aún hoy algunas personas paseaban en la residencia oficial del presidente tras haber pasado la noche.

La imagen contrasta con la del sábado, cuando los manifestantes irrumpieron en las residencias oficiales de Rajapaksa, dejando imágenes de personas bañándose en su piscina y recorriendo los dormitorios de la mansión, y de Wickremesinghe, cuya casa privada fue incendiada también durante la jornada.

En ese contexto, distintos representantes de los partidos políticos de oposición y oficialismo multiplicaron las reuniones durante lo que va de esta jornada, para intentar encauzar la crisis política en el país luego de la confirmación de las renuncias de Rajapaska y Wickremesinghe, como también de varios ministros del Gobierno.

El renunciante Rajapaksa, es acusado desde hace meses por los manifestantes de gestionar mal la crisis económica que azota el país isleño, anunció anoche que dimitirá el próximo miércoles, según informó el presidente del Parlamento, Mahinda Yapa Abeywardena.

El país vive desde hace meses multitudinarias protestas debido al impacto de una de las peores crisis económicas desde su independencia en 1948, derivada de la merma de divisas de reservas internacionales y de un gran endeudamiento.

La tensión y el descontento aumentó en la isla a finales de marzo, cuando las autoridades impusieron cortes de luz de más de 13 horas, lo que llevó a la población a salir a las calles para pedir la dimisión del Ejecutivo de Sri Lanka.

Mientras desde la comunidad internacional insisten en la necesidad de una transición sin violencia para evitar que el país descienda en el caos en plena crisis económica, las autoridades políticas comenzaron a trabajar para llegar a un acuerdo de rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El gobierno declaró una moratoria sobre su deuda externa por 51.000 millones de dólares y, según sus autoridades, necesita unos 6.000 millones de dólares en ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de países como India y China para salir adelante durante los próximos seis meses.