Finalmente, tras varios meses de espera, las precipitaciones volvieron a ser noticia en una vasta zona del territorio provincial.

Las últimas lluvias registradas, en la mayor parte de Córdoba, se remontaban al mes de abril. Desde entonces, sólo esporádicos chaparrones, de escasa relevancia, se habían sucedido.

El agua trajo alivio especialmente en los cordones serranos y las zonas de bosque autóctono, aún castigadas por la peor temporada de incendios del siglo XXI. Las llamas han consumido ya unas 300 mil hectáreas de vegetación.

Sin embargo los menos de 20 milímetros caídos poco han alterado el estado actual de los diques provinciales. De acuerdo a los datos disponibles en el sitio Diques de Córdoba todos los embalses provinciales se encuentran por debajo de los niveles del vertedero.

El dique San Roque, que abastece a buena parte de la ciudad de Córdoba, registraba al día de ayer una cota de 30.6 metros, exactamente 4.7 metros por debajo del vertedero. Similar bajante registra el dique Cruz del Eje. La Quebrada, recurso clave para las ciudades al norte del Gran Córdoba, acusa 3.7 metros menos que su cota ideal.

Atentos a tal situación, empresas y entes encargados de la administración del líquido elemento ya han solicitado cuidados en los consumos domiciliarios. (Ver: Los tres principales motivos por los que se derrocha agua). En Punilla las administraciones alternan entre alerta roja y directamente la emergencia hídrica.

Muy buena noticia

Marcelo García, director del Centro de Estudios y Tecnología del Agua de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC, destaca que las lluvias no hayan sido cuantiosas, especialmente en la zona de cuencas hídricas afectadas por aquellos incendios.

"Las lluvias fueron una muy buena noticia. También que no haya sido un evento severo, de mayor intensidad, porque podría haber arrastrado todas las cenizas, que terminarían en los ríos y embalses", indicó el especialista, en diálogo con Canal 10.

No obstante, considerando el caudal de esos mismos embalses y ríos, las precipitaciones deberían extenderse en el tiempo inmediato.

"Para que empiece a tener efecto sobre los escurrimientos en los ríos se tiene que llenar nuestra esponja, que son las Sierras Grandes, donde nacen los principales cursos pluviales. Cuando llueve, parte del agua escurre, parte del agua se infiltra. Eso que se infiltra llena la esponja para que tengamos agua el resto del año", explicó el ingeniero.

De acuerdo a distintos modelos de predicción de lluvias, a corto plazo (72 horas) y largo plazo (seis meses), se han definido tres umbrales futuros.

"Si llueve lo máximo esperable, el embalse del San Roque llegaría al nivel del vertedero a fines de enero o febrero. Si llueve según parámetros normales, estaríamos llegando al nivel del vertedero en marzo o abril. Si se da una menor cantidad, no llegaríamos al nivel del vertedero. Y todos sabemos que para la provisión de agua para Córdoba es bueno tener el embalse lleno", detalló García.

Aunque el escenario no es el peor posible aún, el especialista remarca la necesidad de adoptar cuidados en los distintos usos del agua. 

"Con estos modelos se está haciendo un manejo de embalses. En el caso del San Roque, cuánto caudal se eroga, si se abren las válvulas durante los excesos de lluvia. Por eso, pese a que todos los ingresos estuvieron por debajo, el nivel del embalse se mantiene a un nivel medio. Lo que no podemos manejar es la esponja de las Sierras Grandes. Esa responde directamente a las lluvias. Los ríos que tributan sÍ están muy por debajo de la media. Las comunidades que toman agua directamente de los ríos se podrían ver más afectadas que las que toman del embalse", profundizó el investigador.